martes, 12 de enero de 2010

(Pre) Juicio


Amo derribar mis prejuicios. Que las personas que a la distancia me parecen desagradables, peligrosas o inentendibles, de pronto terminen demostrándome lo que son y poniendo al descubierto mi equivocación. Que me den una chance de redescubrirlas.
Me pasa a menudo en las entrevistas. Y en la vida en general. Llego con una idea, con un juicio premeditado, y la conversación vuelve a esa gente otra ante mis ojos.
Jean Francois Casanovas era uno de esos excéntricos a los que yo prejuzgaba. Pero hoy, café mediante, terminó siendo un intelectual tan lúcido y tan humano que me desdigo de todo aquello que pude haber pensado.
También prejuzgo a la inversa. Armo una imagen ideal de algunas personas y el tiempo se encarga de mostrar lo que son. De acentuar sus miserias. De bajarlas de ese pedestal en donde las coloqué. De develar su esencia y hacer desaparecer el costado más noble que quisieron fabricar para mostrarse como no son.
Einstein decía que es más fácil desintegrar un átomo que un pre-concepto. Por eso cuando lo desintegro, lo disfruto el doble.