
Alguien me habló de los no-lugares y comencé a investigar sobre un autor (Marc Augé), que desarrolla el tema con simpleza. Se refiere a los espacios donde circula gente anónima constantemente, espacios donde grupos humanos conviven horas o segundos sin intercambiar palabra o intercambiando tan pocas que las relaciones son efímeras y pronto olvidables. Puntos que apenas permiten cruces de miradas. En definitiva, lugares que dan cuenta de la soledad humana. Augé habla de aeropuertos, supermercados, autopistas, cines... No habla de estadios de fútbol, pero bien podrían estar incluidos en la lista.
De lo que tampoco habla es de la soledad en los sí lugares. Considero que en esos lugares de tránsito las personas pueden encontrarse con la misma certeza de que pueden desencontrarse en supuestos lugares que los aglutinan y unen.
La cuestión no serían entonces los lugares, sino las personas.