domingo, 24 de enero de 2010

Pantallazos


Si hay algo que amo de mi profesión es la posibilidad de lo que llamo “el pantallazo”: destellos de lo que podría ser una vida que no es. Invitaciones a viajar al otro lado del mundo en hoteles lujosos a los que les sobran estrellas, encuentros con personalidades gigantes e inalcanzables... Toda esa vida es fugaz. Dura lo que dura una entrevista. Son pantallazos de lo que podría ser otra vida que no es la nuestra.
Muchos se suben a ese espejismo, creyendo ser parte y terminan en caída libre, bajando con la rapidez con que ascendieron, dándose contra el piso. Otros, soñamos apenas unos días y sabemos aterrizar de ese castillo de naipes que con un soplido se desploma.
Los pantallazos son útiles. Nos hacen vivir otras vidas que no son la que realmente vivimos. Nos sacan de la rutina, nos despabilan, nos sacuden y nos oxigenan cuando el oxígeno es limitado. Un pantallazo es una invitación a ver cómo sería lo que no es.
En unos días viviré ese pantallazo en Barcelona.
“Si Déu vol”. (Ya estoy practicando catalán y eso se traduce como “si Dios quiere”).