miércoles, 6 de enero de 2010

Gigante en envase chico


Hoy vi Piaf, en el Liceo, y por momentos sentí escalofrío. Escalofrío en el buen sentido de la palabra. La emoción de ver a una actriz no sólo jugar a ser Edith Piaf sino, por momentos, reencarnarse en ella.
Elena Roger es de lo mejor que vi en los últimos meses en un escenario. Se entrega tanto que parece que va a dejar la vida en ese “parto” y, sin embargo, nunca desacelera en escena. Cada vez cobra más intensidad y dramatismo, se enciende, se multiplica. Canta como los dioses, emulando las “gr” francesas y cuando termina la función no hay quien no haga una reverencia.
Lo más llamativo es que Roger mide apenas poco más de un metro cincuenta. Es diminuta y sin embargo sabe hacerse gigante.
Todavía la estamos aplaudiendo.