lunes, 18 de enero de 2010

Lluvia

Diluvió. Me empapé.
Siempre sueño con hacerle frente a una tormenta, ser tan valiente como para no usar paraguas y dejarme atravesar por el agua hasta que me caiga. Pero caen tres gotas y allí estoy cuidando de no mojarme, de no despeinarme. Entonces siempre prometo que la próxima vez que llueva me animaré a la aventura de desafiar a la lluvia. De hacerle frente con el cuerpo. No sé qué regla interna siempre me frena. No sé cuando será el día en que aprenda a reírme de la tormenta, le pierda miedo e interiorice eso de que “Siempre que llovió paró”.
Hoy mi papá vino a buscarme con piloto y paraguas. Y no pude cumplir con ese cometido de no ahorrar en agua y dejarme empapar. Aunque confieso que resultó lindo sentirme tan resguardada. Siempre hay un niño interior (una niña en este caso) pidiendo que lo resguarden de la tormenta.