sábado, 19 de diciembre de 2009

Orgullo chihuahua



La raza chihuahua es la más bella del mundo. Y no estéticamente hablando. Aparentan perritos de moda, miniaturas de cartera, ornamentos de divas, peluches vivientes para snobs. Pero la raza esconde un mensaje más complejo y profundo que sólo quien convive con un chihuahua descubre.
Descendientes de una civilización de la realeza del antiguo México, simulan frágiles, quebradizos, débiles, insignificantes. Y sin embargo está confirmado que el chihuahua no tiene conciencia de su tamaño, por lo que le hace frente a la bestia más temible. No es una cuestión de corpulencia sino de fuerza interior. Los acompaña una valentía tal que no necesitan sentirse más grandes. Su poder excede a una cuestión de pequeñez.
A esta metáfora del liderazgo se suma otra virtud: cuando un chihuahua adopta a un dueño, se vuelve devoto suyo. Incondicional, fan, casi un adicto de quien lo quiere. Y a su clan, claro está, no cualquiera entra. Defiende con uñas y dientes a su círculo, sin importarle qué tan pequeño sea.

¿Quién dijo que el orgullo chihuahua no tiene sustento?